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Nuestros hábitos y costumbres son lo que somos

por | 20 Ago 2021

A decir de la Real Academia de la Lengua (RAE) esto es lo que quiere decir “hábito”: Modo especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de actos iguales o semejantes, u originado por tendencias instintivas. // Med. Situación de dependencia respecto de ciertas drogas.

He quitado todas las definiciones que hacen referencia al hábito como vestuario, ya que para efectos de este artículo, esas definiciones no nos aportan nada.

Una definición más coloquial dice que un hábito es la “práctica habitual de una persona, animal o colectividad”.  

Y seguramente todos hemos escuchado decenas de frases, refranes, proverbios y dichos que hacen referencia al tema de los hábitos. Y como en otras ocasiones diré que no todos los dichos o proverbios son del todo 100% ciertos.

Cervantes en el Quijote nos dice: “Paréceme, Sancho, que no hay refrán que no sea verdadero, porque todas son sentencias sacadas de la mesma experiencia, madre de las ciencias todas” y aunque este espectacular libro de la lengua española nos enseña muchas cosas, aquí Don Quijote y Cervantes se equivocan.

Para entrar de lleno al tema diré que costumbre, rutina, usanza, uso, práctica, experiencia, pericia, destreza, habilidad, competencia, habituación, vicio, y adicción son sinónimos de hábito.

O. Tsay.

Imagen: ABC

Así que hay hábitos “buenos” (pericia, destreza, competencia, etc.) y hábitos “malos” (vicio y adicción) y otros sinónimos que los pondría como neutrales o que pueden irse para un lado o para otro (experiencia, uso, práctica, etc.).

Lo primero que quiero decir, después de haber leído una buena cantidad de libros, y artículos sobre el tema, de haber visto decenas de videos en varias plataformas y escuchado otros tantos podcasts y entrevistas sobre hábitos, estos pueden cambiarse mucho más fácil de lo que nos han hecho creer. La clave de ello es sólo una cosa: fuerza de voluntad.

A veces la fuerza de voluntad se produce por razones extremas, como el adicto al tabaco que tiene principios de enfisema pulmonar y su médico le dice que, si no deja de fumar, se va a morir. Pero la mayor parte de las veces que tendremos que usar nuestra fuerza de voluntad es por razones mucho menos exageradas.

Es impresionante la relevancia de nuestra fuerza de voluntad en muchos quehaceres humanos, y en éste, de cambiar hábitos, les aseguro que es la clave.

Podemos hablar de hábitos en prácticamente todas las áreas: alimenticios, saludables, de estudio, de higiene, profesionales, familiares, y muchos etcéteras. En Google hay más de 9 millones de entradas a la palabra “hábitos”, así que hay mucha información al respecto. Desde científica hasta de autoayuda “los XX hábitos de…”

Según la ciencia, los hábitos son conexiones de neuronas que nos llevan a convertir una acción en rutina y por ello el cerebro y todo el cuerpo no tienen que desgastarse tanto, de manera que nos resultan casi naturales: esto obviamente en la mayoría de los casos es adquirido y tiene que ver con dónde naciste, dónde vives, y diversas características. El entorno influye mucho en nuestros hábitos, por eso siempre digo que el sentido común no existe en términos globales. El sentido común es algo que tiene sentido para una comunidad, para un grupo específico, pero está lejos de ser “común” y en el caso de los hábitos pasa algo similar.

O. Tsay.
Imagen: Estrategia & Negocios.

Hay hábitos o costumbres culturales que fuera de contexto podrían ser terriblemente mal vistas para otra cultura. Dentro de un mismo país hay diferentes costumbres y hábitos. Dormir siesta en algunos países es lo correcto y en otros se diría que la gente de esa región o país son unos flojos, y así podría poner miles de ejemplos.

Lo importante es hacer –y te invito a hacerlo a la brevedad– una lista de todos los hábitos y/o rutinas que tenemos y pensemos si estos nos están ayudando a ser mejores personas, mejores profesionales, mejores ciudadanos. Piensa en todas las gorras que usas en el día y evalúa tus hábitos en función de ello. Y ya con la lista en mano nos demos a la tarea de decir quiero o tengo que cambiar estos hábitos y quiero incorporar a mi vida nuevos hábitos que me van a ayudar a lograr tal o cual cosa.

Déjenme poner un ejemplo muy sencillo. En tu hábito de bañarte diariamente hay posibilidades de mejora. ¿Podrías tardarte menos?, ¿usar menos agua, apagando la regadera ya que te mojaste para enjabonarte y luego volverla a prender?, ¿podrías bañarte con agua menos caliente? Si el agua caliente tarda en salir, ¿podrías recolectar esa agua para usarla en el WC o para regar plantas o para otros usos de limpieza en la casa? Vean cómo un hábito tan simple puede mejorarse mucho. ¿Se imaginan si esto lo aplicamos a cosas aún más importantes para nuestras vidas?

Hay teóricos que dicen que se necesita un determinado número de días para cambiar un hábito, yo no estoy de acuerdo en absoluto. No creo que haya una regla de oro al respecto, va a variar mucho del hábito del que nos queremos desprender, del hábito que queremos incorporar, de nuestra motivación para hacerlo y ante todo de nuestra fuerza de voluntad.

Ayuda mucho para cambiar un hábito, el o los incentivos que tengamos para hacerlo. Por ello hay que ponerse premios por quitarse un mal hábito o incorporar uno nuevo. Si estamos pidiendo a un hijo(a) que cambie un hábito o incorpore uno nuevo, además de decirle que es bueno por tal o cual razón, hay que ofrecerle un incentivo si lo logra. Esto aplica de igual manera si un gobierno quiere que sus ciudadanos hagan tal o cual cosa.

O. Tsay.

Imagen: HSN

Hay incentivos perversos que llevan a la gente a actuar con hábitos negativos. En México, por ejemplo, todos los años, desde que tengo uso de la razón para estos temas, el gobierno de la Ciudad de México, antes Distrito Federal, da incentivos muy pequeños si pagas a tiempo tu tenencia, predial o servicios públicos y muy buenos incentivos. ¿Qué hace la gente? No paga a tiempo.

Colin Powell dice “si usted quiere alcanzar la excelencia de cosas grandes, desarrolle el hábito en asuntos pequeños…”. Y estoy totalmente de acuerdo con él. Los grandes logros se alcanzan por medio de la suma de pequeños hábitos. La disciplina juega un papel muy importante en esta materia.

Al final, como lo dice el título de este artículo, somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia no es un acto o excepción, es un hábito en todo lo que hacemos.

Jugando con el dicho de que “el hábito hace al monje” yo digo que también se podría usar al revés y decir que “el hábito no hace al monje”. Es una decisión absolutamente personal ser lo que queremos ser, y como dice el gran Carlos Santana “la mayoría de las personas no tienen la voluntad para cambiar malos hábitos, tienen un montón de excusas y hablan como víctimas.”

¿Tú quieres ser víctima o una persona de excelencia?  

Por:
OCTAVIO AGUILAR
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