¿Qué tan complicado es encontrar el equilibrio entre nuestra vida personal y la profesional? Es un tema que tenemos decenas de años discutiendo y he leído artículos o comentarios de personas pseudo autorizadas o con cierta experiencia diciendo que es prácticamente imposible o simplemente imposible. Y yo digo, después de prácticamente 40 años de experiencia profesional y tener la oportunidad de trabajar con decenas de empresas en el tema, de haber dado muchos años cursos sobre administración del tiempo, que obviamente sí es posible y mucho más fácil de lo que se dice o se cree.
Aunque en la realidad no muchos alcanzan el equilibrio entre el tiempo que laboran y el empleado en actividades que contribuyen a su desarrollo pleno, para ser personas íntegras, porque no lo quieren hacer. Porque simplemente no le dedican el tiempo a lo que se lo tienen que dedicar.
Éste es un tema que me apasiona. El buen uso del tiempo es algo que a todos interesa, o debería interesar. ¿Y a quién no?
De acuerdo con lo que he podido estudiar a lo largo de los años, muchas personas ignoran qué hacer con su tiempo libre. Existen desde los aburridos que sólo saben trabajar. Quizá hay quienes viven solos y nadie los espera en casa; en otros casos, la pareja también trabaja y por ello no hay apuro para salir de la oficina o como tienen una mala relación no quieren llegar a casa y postergan la salida del trabajo justamente para no encontrarse con su cónyuge / pareja.

A pesar de ser buen teórico, como producto de dar cursos en esta materia, yo no había logrado dicho estado de buen balance de vida. Siempre había presionado en mis responsabilidades en RH para que la gente tuviera mejor calidad de vida, que gozaran de horarios especiales, que pudieran hacer deporte, que tuvieran hobbies, pero eso no aplicaba en mi caso. No pregonaba con el ejemplo. Fui un workaholic empedernido y me la pasaba todo el día metido en la oficina. Mi vida era un desorden por lo mismo.
En el 2012 tuve la oportunidad de irme a vivir a Madrid como cabeza de un importante laboratorio mexicano para dirigir sus operaciones europeas, y fue cuando me cayó el veinte. Descubrí que tenía un pésimo balance entre trabajo y vida personal. A eso de las 17 horas, el resto del personal se iba de la oficina, mientras yo me quedaba solo hasta muy tarde. Por desorganización y quizás por falta de planes, parecería que no tenía nada que hacer fuera, a pesar de que estábamos a unos pasos de la Puerta de Alcalá, en el centro de la fascinante capital de España y yo tenía mi departamento a menos de quinientos metros de la misma. Aprendí que allá la gente deja el trabajo a una hora decente y realiza otras actividades, ya sea en su casa o va a divertirse con amigos para tomar una copa. Descubrí que tenían una vida bastante equilibrada y eran bastante productivos.
De modo que me hice el firme propósito de cambiar hábitos. Primero, hay que desear hacerlo y luego llevarlo a cabo. Una vez que tenemos la determinación, es momento de elaborar un plan para el resto del día o incluso para la semana. Por un lado, comencemos por destinar tiempo razonable para el trabajo, y cumplir; por otro lado, listemos actividades para la vida privada: caminatas, ver gente, salir al cine o al teatro, comer fuera, ir temprano a casa, conocer museos, galerías, ir de compras… Empecé también a hacer viajes cortos, de fin de semana, aprovechando las tarifas de las aerolíneas de bajo costo, tanto por España o a países cercanos, lo que me permitió conocer lugares bellos e interesantes.
A mi regreso a México tenía ya una rutina bien establecida y me volví un “campeón” en aplicar el balance. No sin dificultades, he podido lograr un sano balance vida personal-trabajo, tanto en la ciudad como cuando salgo de viaje. Trato al máximo de ser muy respetuoso de mis planes.

Estamos ante una cuestión seria, pues de qué manera empleamos nuestro precioso tiempo (recurso no renovable) afecta a los demás: pareja, hijos, familia, amigos, contactos… Seguro habrán visto cómo en ciertos niveles de gobierno son expertos en desperdiciar el tiempo. En algunas oficinas la gente se queda hasta muy tarde, aunque no haya nada que hacer, por si a los jefes se les ofrece algo. ¿Qué les cuesta organizarse y trabajar con orden? Es común en la burocracia que hagan chistes al respecto: si algún osado sale, digamos, a las 19 horas le preguntan con sarcasmo “¿por qué se está tomando la tarde?”.
¿Sabían que México es el país integrante de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que más horas trabaja, pero también el menos productivo? Pues qué lamentable hazaña.
Tenemos que buscar la manera de que los empleados no se sientan mal por irse a casa a horas decentes. Cuando estuve en Pemex, donde siempre había mucho trabajo, por cierto, instruí a mi personal que se retirara al terminar sus labores y no me esperara. No era necesario que estuvieran “disponibles”.
No todas las cosas en el trabajo y la vida son urgentes ni importantes. Es fundamental que aprendamos a distinguir ambos conceptos. Para hacer un uso inteligente del tiempo es necesario priorizar, de modo que siempre empecemos por atender las cosas importantes que tengan urgencia.
Dwight Eisenhower fue un hombre que logró muchas cosas en la vida, lo mismo el desembarco en Normandía, en la Segunda Guerra Mundial, que llegar a la Presidencia de Estados Unidos. Aceptemos que Ike, como era conocido, supo muy bien cómo administrar sus recursos, empezando por el tiempo. Uno de sus legados es la matriz, que lleva su apellido, y nos ayuda a fijar prioridades de manera clara y esquemática. En ese sentido, sí es importante y urge, hagámoslo de inmediato. Por el contrario, lo que no tiene urgencia y carece de importancia pues se va a la basura.
Es recomendable hacer un plan de actividades por día, por semana, en el que anotemos objetivos claros, metas. Hagamos un ejercicio muy simple. Si la semana cuenta con 168 horas, vayamos restando el tiempo que dedicamos a trabajar (asuntos de rutina, llamadas telefónicas, correos electrónicos, juntas…), dormir, comer, asearnos, transportarnos, llevar nuestra contabilidad, hacer ejercicio, leer, apreciar el arte, disfrutar la familia, ver a los amigos, participar en la comunidad, ayudar a los demás, dedicar tiempo a la religión o cuestiones del espíritu… Una vez que hagamos este “inventario” de nuestro tiempo podríamos llevarnos sorpresas, algunas no muy gratas. Con dicha auto evaluación, nos caerán muchos veintes. Estoy seguro que habremos de hacer cambios importantes en nuestra rutina diaria.
Cuando la gente encuentre un mejor balance entre su vida personal y la de trabajo… Las empresas, las organizaciones, la economía, el país tendrán mejor desempeño. Quien logra un mejor balance en todos los campos está en posibilidad de disfrutar mejor su existencia.
Fuente: https://elsemanario.com/vida-y-cultura/el-balance-de-vida-personal-y-profesional-es-necesario/